13 abr 2010

RELATO MIPEJOTA 4

Noche De Caza

Jonás llegó a la entrada del “Club de la Media Noche”, un Bar pasado de moda entre la gente de su clan, pero que algunos otros vampiros interesantes frecuentaban habitualmente y por tanto, él también. Él era un cazador en muchos sentidos, como vampiro era un cazador de sangre, pero como la parte de artista que reside en todos los toreador era un cazador de Arte. Sus compañeros preferían ir en busca de pinturas, esculturas, incluso canciones e artistas. Jonás en cambio era especial, él cazaba historias, las historias de vidas llenas de la emoción que proporciona la condición vampírica.
Antes de su abrazo él había sido periodista e investigaba en pos de vidas interesantes para publicarlas en un periodicucho de mala monta, también escribía poemas y de hecho todo el mundo decía que era muy bueno en ello, pero no era lo que realmente deseaba, él quería ser famoso al escribir un libro de historias. Su talento en la poesía hizo que un vástago se fijase en él y lo llevara a su nueva no-vida. “El viejo Nicolai, el viejo y chocho Nicolai” pensaba Jonás de su Sire, siempre le dijo que no empezase el proyecto que estaba realizando en este momento pues le llevaría problemas muy serios, pero el ex-periodista sabía que un libro lleno de historias de vampiros sería mucho mejor que su idea original, se haría muy famoso gracias a ese libro. Ya tenia un numero considerable de no-vidas para contar, la suya propia y la de su Sire junto con un buen montón de relatos que algunos vampiros solos y aburridos le habían contado gustosamente por pasar el rato y otros, más jugosos, en las que tuvo que usar sus poderes para que algunos vástagos reservados contaran su historia.

Ahora estaba observando la gente que entraba, escudriñaba sus auras en busca de una más pálida que las demás. Vio llegar a un hombre alto y moreno que iba envuelto en una gabardina larga y negra, tapaba la parte inferior de su cara con una bufanda del mismo color, dejando ver tan solo unos ojos grises y fríos como el acero y un pelo negro bien cortado. El Toreador se sorprendió al ver que en su mano derecha llevaba una funda de guitarra de tapa dura, eso quería decir que era un músico, y los músicos solían pertenecer a su clan, pero este hombre no le sonaba en absoluto. Jonás olía un buen relato a kilómetros y sabia que éste lo era, así que sin pensarlo dos veces siguió al misterioso personaje. El cazador de historias observó el local en busca de su presa, era un bar que regentaba Raff, un ghoul de Maurice, uno de los Brujah más problemáticos de la ciudad. Era el tipo de antro que gustaba a los anarquistas, música heavy, poco iluminado, lleno de humo y con el suelo pegajoso. A Jonás le agradaban lo sitios con más clase, pero las mejores historias estaban en locales como estos. Agudizó sus sentidos sobrenaturales para terminar la búsqueda rápidamente y encontró al hombre de la guitarra en la esquina más alejada y más oscura de todo el local, de hecho si no fuese por sus poderes posiblemente le hubiese pasado por alto. Se acercó con paso elegante hasta la mesa, observó al extraño entre las sombras, las cuales le cubrían completamente a excepción de sus ojos grises, los cuales le miraban con desconfianza.

- Hola estimado amigo – dijo Jonás sin un atisbo de preocupación – Le vi entrar y no pude evitar dirigirme a uno de mis colegas vampíricos – una sonrisa se dibujó en su rostro y añadió – Jonás, del clan Toreador, encantado – y extendió una mano en gesto de saludo cordial.

-Encantado – dijo fríamente el vampiro mientras sacaba una mano enfundada en un guante de cuero negro de la oscuridad y daba un apretón con una fuerza descomunal a Jonás, que estuvo apunto de gritar por el dolor. – No es seguro ir diciendo a desconocidos que eres un vampiro, ¿no te lo enseñó tu sire?.

El Toreador se sentó en la silla de enfrente a la vez que recogía su magullada mano e intentaba poner su mejor sonrisa amistosa – Siempre me aseguro antes de hacer esas afirmaciones caballero. Disculpe si soy muy directo pero incluso la eternidad me parece muy corta, verá, soy... ¿cómo decirlo? Un coleccionista, un coleccionista de historias por así decirlo, también tengo algo de historiador pues colecciono relatos de las no-vidas de los vampiros, y algunos han vivido varios siglos lo cual es muy estimulante. Me preguntaba si a usted no le molestaría contarme la suya propia.

-¿Y qué demonios se supone que haría usted con mi historia señor Jonás? – La voz del hombre no era amistosa, pero tampoco desconfiada, era una voz grave y autoritaria, capaz de hacer que un soldado hecho y derecho se echase a llorar ante una orden suya.

-Sólo para mi disfrute personal y privado señor, en mi actual estado de Cainita no puedo aparecer en horario de oficina en ninguna editorial – Mintió Jonás acompañando la frase de una convincente risa. Tenia bajo su control a un editor bastante influyente y pensaba sacar el libro en cuanto disponiese de todo el material que necesitaba. – Puede confiar en que su historia será plenamente confidencial señor...

-Vincent Torre Negra, si tanto le interesa mi historia se la contaré, ya me he alimentado y la noche no parece ofrecerme nada más interesante. Supongo que algunos cainitas empiezan la historia justo desde el momento de su abrazo, si no le importa yo contaré mi historia completa para que todo tenga sentido... – El Toreador hizo un gesto para que continuase a la vez que sacaba una grabadora portátil de su bolsillo- Nací hace aproximadamente 50 años en España porque mi madre era española, Maria de la Torre Negra, mi padre era alemán, se llamaba Adrian Schrett y era un importante capo europeo. Mi madre murió al darme a luz, conservo su apellido como tributo a la mujer que me dio la vida. Mi padre amaba con toda su alma a Maria y jamás me perdonó que fuese el causante de su muerte, me trató con dureza durante toda mi infancia, pero yo deseaba algo de respeto por su parte, así que me convertí en uno de sus mejores hombres, a la tierna edad de 16 años ya había matado a mi primer hombre y estaba al mando de un grupo de 4 mafiosos. Cumplíamos misiones para mi padre, tratábamos con traficantes de droga y de armas, amenazábamos a familias enteras si no accedían a nuestras exigencias y matábamos cuando era necesario. Éramos un grupo infalible, pero mi padre continuaba odiándome, decía que mis rasgos claramente españoles le recordaban demasiado a su amada, incluso llegó a decirme a la cara que deseaba mi muerte, pero que como éramos familia no estaba bien visto que me quitara del medio de esa manera, así que decidió mandarme al servicio de uno de sus socios, Humberto Giovanni, uno de los capos más sangrientos que se conocían. Lo primero que hizo Humberto al verme fue desvelarme su condición de no-muerto y darme una paliza que me dejó 3 meses en un hospital, sus razones fueron que esa era la mejor manera de que le respetase, yo tenia que saber que él era superior a mí, tanto de rango como de raza. Ese fue un grave error, pues dediqué el poco tiempo libre que me dejaban las misiones suicidas que el Giovanni me mandaba para investigar sobre los vampiros y sobre todo lo oculto, no me fue difícil conseguir información pues la mansión de los Giovanni disponía de una extensa biblioteca sin vigilancia sobre temas varios.- Jonás pareció querer interrumpir el relato.
-No debía ser un tipo muy listo ese Humberto para decir a todos sus subordinados que era un vampiro y quedarse tan tranquilo.- Afirmó el Toreador.

-No era muy listo - Continuó Vincent – pero era poderoso dentro de la mafia, y poseía una fuerza sobrehumana, la cual usaba para imponer su voluntad. Aún así no creas que enseñaba los colmillos a todos sus subordinados, parece ser que mi padre le había pedido que fuese extraordinariamente cruel conmigo y Humberto pensó que tener por jefe al mismísimo diablo seria lo bastante retorcido para que yo desease suicidarme. Pero no fue así, aprendí mucho sobre la sociedad cainita pues trataba habitualmente con ghouls y en algunas ocasiones incluso con vampiros, me convertí de nuevo en uno de los mejores agentes y eso que ni siquiera era un ghoul. De hecho mi diabólico patrón se hartó de que sobreviviese a todas las misiones que me mandaba y decidió meterme en un escuadrón de Ghouls y mandarme a misiones peligrosas con ellos, era obvio que un simple mortal haciendo trabajos que requerían el poder de la sangre para solventarse no duraría mucho. Pero yo había estudiado a los vampiros durante varios años y conocía sus flaquezas, lo cual me daba algunos puntos a mi favor. Así fue como en un intento de engaño con un grupo de traficantes Setitas, nos descubrieron y persiguieron hasta acabar con todos menos conmigo, ya que logré refugiarme en una iglesia muy antigua y supuestamente bendecida por un Papa mucho tiempo atrás. Cuando regresé a la Mansión y Humberto me vio con vida, estalló en un frenesí furioso y agarró mi cuello con una potencia inhumana levantándome medio metro del suelo como si fuera una simple pluma, con su mano libre agarró mi cara, mientras yo me debatía inútilmente, y arrancó toda la piel que rodeaba mi boca de cuajo mientras la presa de mi cuello me asfixiaba. Yo vi la oscuridad cernirse sobre mi, estaba seguro de que mi muerte estaba cerca, pero entonces me di cuenta de que Humberto también veía esa oscuridad. El Giovanni me lanzó contra su mesa de escritorio convirtiéndola en astillas, yo vi como la sombra se estaba filtrando por debajo de la puerta, cubriendo toda la estancia de una oscuridad infinita mientras en el centro de la estancia una columna de sombras viva adquiría forma humana. “¡¡¿Gargotas?!!” Fue la repuesta de Humberto ante semejante espectáculo. Las sombras se definieron en un hombre alto y esbelto, de ojos azules profundos, rasgos españoles como los míos y un pelo largo y blanco atado a una coleta, en sus manos portaba una espada increíblemente grande, yo en esos tiempos jamás pensé que un hombre de su constitución pudiese levantar semejante arma, pero ahora sé de qué cosas es capaz un vampiro antiguo como Gargotas. Observé la escena como un sueño, recuerdo las palabras del cainita de la espada como si las oyera ahora mismo “Humberto Giovanni, La príncipe Madeline me manda a cobrarme tu inmortalidad, el contrato ha sido sellado y por tanto, tu destino también”. El otro vástago no se dejó impresionar y convirtió sus manos en garras y se lanzó sobre su enemigo. Unos tentáculos hechos de sombra atraparon al Giovanni en el aire antes de que terminase su ataque, mientras en la cara de Gargotas se dibujaba una sonrisa y se acercaba a su presa con la espada en alto, Humberto se revolvía destrozando algunos tentáculos pero sin posibilidad de escape, fue entonces cuando gritó “¡¡Esclavos, salvadme, os lo ordeno!!”. La temperatura de la sala bajo notablemente y una pareja de alabardas que reposaban en una de las paredes del despacho salieron disparadas volando, segando de un tajo la presa sombría que retenía al Giovanni, este cayó pero se puso de pie rápidamente, mientras los enemigos invisibles atacaban con sus alabardas continuamente al hombre de la espada hasta acorralarlo en una pared. El nigromante reía a carcajadas mientras el otro cainita sudaba sangre esquivando ataques continuos “Mi destino es destruirte Gargotas y cuando termine contigo...uhg...” Humberto no pudo terminar la frase, un trozo de madera afilado atravesaba su pecho, yo no había podido perder semejante oportunidad, mi patrón se había olvidado completamente de mi y del castigo que me estaba impartiendo, así que decidí recordarle que yo estaba allí con la pata de la mesa contra la que me había lanzado. El vampiro estacado cayó de rodillas sin poder moverse, casi al mismo tiempo las alabardas cesaron su ataque, se escuchó una risa de ultratumba y las alabardas se desplomaron en el suelo. Acerqué mi cara ensangrentada y destrozada al oído de Humberto “Ahora voy a dejar que este hombre te mate para siempre demonio, y disfrutaré viéndolo” después de decir esto me aparté de él y miré fijamente al vástago de la espada, éste me dirigió una mirada de aprobación y con un movimiento que apenas pude ver separó la cabeza de Humberto Giovanni de su cuerpo y acto seguido ambos se transformaron en cenizas. Gargotas me dio las gracias por la ayuda prestada para después golpear mi estómago dejándome inconsciente.

Lo siguiente que vi fueron las paredes de un cuarto que parecían de un castillo, estaba atado a una especie de mesa de tortura, la cara me seguía doliendo, pero no era nada comparado con el resto del cuerpo. Me notaba débil y al ver mi cuerpo vi que estaba muy pálido, posiblemente había perdido mucha sangre, salí de mis pensamientos cuando escuché una risa a mi espalda, no podía girarme para ver de quién procedía pero él no tardó en mostrarse, el vampiro llamado Gargotas. No recuerdo muy bien ese momento pues el cainita me había desangrado hasta el límite de la muerte, sólo recuerdo vagamente como me explicaba lo mucho que le había sorprendido y a la vez agradado mi intervención y que consideraba que yo merecía un premio especial. Yo casi me había desmayado cuando noté el sabor de la vitae por primera vez, una vitae vieja y poderosa me quemaba la garganta como fuego líquido para acto seguido llegar a todos los rincones de mi cuerpo, matándome y dándome la vida al mismo tiempo, bendiciéndome y maldiciéndome a la vez, noté como la herida de mi boca se cerraba parcialmente y aliviaba mi dolor, por desgracia no se curó completamente y mi cara ya jamás volvería a ser la misma – Cuando Vincent dijo esto, salió ligeramente de las sombras y estas se apartaron de su cara como el mar ante Moisés, la imagen hizo que Jonás se quedase mas pálido de lo habitual, la parte inferior de la cara del Lasombra era una horrible cicatriz que dejaba al descubierto sus fauces de vampiro, Se retiró hacia atrás para volver a refugiarse en las sombras y continuó su historia – Gargotas me convirtió en su chiquillo y aprendiz, él era un asesino consagrado que competía incluso con los assamitas más expertos y deseaba que yo siguiese sus pasos. Me había convertido en un monstruo pero a la vez me había sacado de un infierno, ahora era más libre de lo que lo había sido nunca. Me enseñó el manejo de las sombras, me enseñó el arte de la espada y me enseñó a estar libre de sectas y de mi propio clan. Éramos Lasombras independientes, algo que no gustaba nada a los dirigentes del Sabbat, los cuales nos enviaban constantemente enemigos para destruir a mi sire. Pudimos repudiar a todos pero durante una noche en la que yo me encontraba haciendo una misión mi sire desapareció, no sé si por propia voluntad o atrapado o destruido por el Sabbat, es algo que aún estoy investigando, algo en mi interior me dice que el que ha sido el único padre que me ha apreciado sigue vivo y continuo buscándolo mientras viajo de ciudad en ciudad consiguiendo dinero haciendo trabajos ocasionales para seguir mi búsqueda. En estos momentos estoy trabajando para el príncipe Richard, Jonás, y no ha sido una coincidencia que nos encontrásemos.

De repente el Toreador notó como los ruidos del bar se amortiguaban como si en un instante fuesen muy lejanos, se giró y se encontró con una pared de oscuridad viva que lo rodeaba a él y a Vincent, éste cogió la funda de la guitarra y la puso encima de la mesa, Jonás observaba como abría los cierres y notó súbitamente una enorme presión en el pie, como si se lo clavaran al suelo, miró bajo la mesa y descubrió que el vampiro que tenía justo enfrente le pisaba con la fuerza de un martillo neumático, notó como los huesos de su pie se rompían bajo la presión, miró en la dirección del Lasombra, éste había sacado una espada de tamaño considerable de la funda del instrumento, Jonás notó lágrimas de sangre que luchaban por salir de sus ojos pero se obligó a hacerse fuerte y empezó a pensar una posible manera de escapar, miró fijamente a su agresor y él le miró. “Quieto” dijo con sus ojos grises clavándose en los de Jonás e imponiendo su voluntad, el cazador de historias comprendió que ya no podría escapar, esta vez le habían cazado a él, pero de una manera mucho más definitiva.

- Jonás – Dijo el asesino Lasombra – El príncipe Richard considera que tu intento de divulgación de historias de vampiros es un claro ejemplo de ruptura de la Mascarada, a falta de un azote en la ciudad se me ha encargado a mi realizar el acto de conseguir pruebas y si era cierta la acusación... ejecutarte, el contrato está sellado Jonás y tu destino también – Vincent alzó la espada y antes de bajarla para exterminarlo añadió – Tu sire, Nikolai, te manda recuerdos y un mensaje...”ya te lo advertí”...

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