13 abr 2010

RELATO MIPEJOTA 5

RIZZEN “EL NEGRO”
“Crees que me llaman el “Negro” por el color de mi piel. Pobre infeliz”

Permitidme señor, que os cuente este… por llamarlo de alguna forma “curioso” relato. Hace muchísimo tiempo, antes incluso que se alzaran las Ocho Torres de Akimesh, nació un niño, pero no un niño Humano, ni Enano, ni siquiera Tiflin, este recién nacido era un Drow, un Elfo Oscuro, un ser del inframundo, de los reinos que se alzan bajo tierra, allá donde solo los incautos, los aventureros en busca de fama y gloria, o los locos, se aventurarían a entrar. Fue el primogénito de una importante familia de la infra oscuridad, la familia Ginafae. Pero que caprichoso es el destino, pues su propio padre un demonologista llamado Alak, tenía ya preparado, pensado y planeado cual sería el cometido de su hijo. Hacía ya mucho tiempo que lo tenía planeado, muchas noches estudiando antiguos pergaminos de oscuro contenido, viejos libros de secretos antaño olvidados, que hablaban de pactos con seres de otros planos, entidades que jamás tendrían que ser llamadas. Alak sabía que el premio bien merecía el riesgo. Su plan era invocar a Adirael, uno de los demonios mayores de Orcus, y pedirle a este el don de la vida eterna, de la inmortalidad, de la eterna juventud, para así, poder seguir estudiando, acumulando conocimientos y poder.¡¡Poder!! Llevaba años estudiando la invocación, sabía perfectamente todos los detalles del ritual, había estudiado los símbolos hasta el más mínimo detalle, y ahora, por fin, tenía el último elemento y el más importante para completar la ceremonia, la sangre en sacrificio del primogénito varón del invocador. Lo tenía todo planeado. La fecha estaba decidida, la huida planificada, llevaba años planeándolo. Había contactado con los “Amnur” una sociedad de magos, brujos y hechiceros, que velaban por el conocimiento por encima de todas las cosas, Alak les había engañado durante años dándoles a entender que quería huir de ese “cruel” mundo que era la infaoscuridad, les pasaba información sobre su raza, conocimientos sobre sus costumbres, sus creencias, finalmente “suplico” asilo para él y para su hijo, les dijo que no quería que su hijo viviera en ese infierno de oscuridad y crueldad sin límites. Así que estos, ignorantes de las verdaderas intenciones de Alak le ayudaron a escapar dándole cobijo en una de sus “Torres del Saber”. Así fue como llego hasta la torre el día anterior a la noche del solsticio de verano, la noche de la “gran luna”. Lo tenía calculado, encerrado en sus aposentos, pasó toda esa noche y el día siguiente preparando el ritual, dibujando en el suelo y en las paredes círculos de poder y de protección, nada iba a salir mal. Por fin la luna estuvo en lo alto del firmamento y comenzó el ritual, durante horas entono los canticos y letanías necesarias para llevar a cavo la invocación, Rizzen en el centro del círculo mágico, esperaba, sin llorar, por raro que parezca su cruel destino. Alak sabía que cuando apareciera el Adirael, este le preguntaría primero quien era su invocador, y seguidamente si tenía el pago preparado, este tendría entonces que sacrificar a su hijo. Mientras repasaba los detalles una idea paso por su cabeza, que pasaría si en el último momento, le asaltaba la duda de matar a su propio hijo, pero el vil Alak, mostro una mueca en forma de sonrisa y enseguida comprendió que eso no sucedería. La sala empezó a iluminarse con una luz roja, unas llamas aparecieron de la nada inundando toda la habitación menos el círculo de protección en el que estaba el Brujo. Los magos golpeaban la puerta y gritaban desde fuera. Alak ya se había ocupado de eso, usando cerraduras mágicas y encantamientos de cerrojo que aislaban toda la sala. Un sonido gutural empezó a escucharse del centro del pentagrama donde empezó a formarse entre humo negro y fuego una enorme figura venida de los infiernos. La habitación se había convertido en la antesala del averno. Una enorme figura de facciones horrendas, retorcidos cuernos y enormes colmillos, tomo forma en el centro de la sala.- ¡Quien osa llamarme sin mi permiso!-Dijo aquel ser demoniaco con una voz gutural, capaz de helar la sangre al más bravo de los guerreros.-Mi nombre es Alak, y yo te he invocado, aquí pronuncio tu nombre para sellar nuestro pacto, Adirael. –Contesto el Drow.- ¿Tienes preparado el pago, Alak?-Si, mi señor.-Al mismo tiempo que decía estas palabras, levanto una daga de negro metal, dispuesto a atravesar el corazón del bebe con ella. Justo un instante antes de clavar la daga en el cuerpo de su hijo el demonio hablo.-No veo mi pago aquí, Alak.- ¿Como que no mi señor Adirael? Lo tengo aquí delante. ¿No lo veis?-Veo que eres un gran brujo Alak, pero estúpido e insensato, pues este niño que aquí me ofreces no es un primogénito.-Alak no daba crédito a lo que la criatura decía, tenía que estar mintiéndole, lo estaba poniendo a prueba, pensaba. Pero lo que Alak no sabía era que la madre de Rizzen, había tenido un hijo a los catorce años, fruto de una noche con un Drow del que se encapricho, mantuvo el embarazo en secreto pues aun no era adulta para poder procrear, pero el hijo nació muerto, cosa que tampoco le importo mucho, lo que importaba era que jamás nadie se enterara de aquello. Pero Adirael estaba por encima de eso, no había secretos para él, ni los más secretos y oscuros, el era uno de los grandes señores del infierno.-Intentaste engañarme, y ahora ni tus círculos de protección te valdrán.-Alak no podía creer lo que estaba pasando, tantos años de estudio, de preparación, ¿que se le había pasado por alto?, ¿que había fallado? De pronto noto como su cuerpo empezaba a estar envuelto en llamas, pero unas llamas negras con un fulgor azul que brillaba en su interior, en segundos se convirtió en una gran bola de fuego negro, Con un grito de dolor indescriptible Alak fue engullido por el círculo de invocación, de donde salía Adirael. El demonio se acerco al pequeño Rizzen, el cual seguía sin llorar, cosa que intrigo a Adirael.-No me temes, pequeño, veo que hay algo en ti, algo poderoso, que no alcanzo a discernir. Hoy no morirás, hoy sellaremos tu destino, tu y yo. Te voy a dar un regalo, un regalo que algún día me tendrás que devolver. –Adirael levanto su enorme garra y empezó a formar signos de fuego arcano en el aire, al mismo tiempo que estos signos se grababan en la piel del pequeño, entonces este sí que empezó a llorar, pero este era un llanto de dolor no de miedo. Rizzen tenía grabado en su cuerpo, el pacto con Adirael, un pacto que él no había escogido, un pacto que según el demonio le marcaba un destino. Sin más el ser desapareció dejando al pequeño en el centro de la habitación llorando. En cuanto desapareció, se esfumaron con el todos los signos de lo había pasado dentro. Las puertas se abrieron y entraron los magos y hechiceros de la torre, y observaron al niño llorando, se preguntaban qué había pasado allí dentro, y lo mas importante, donde estaba Alak. Dudaron que hacer con Rizzen, unos pedían que lo mataran, otros que lo abandonaran, y los más, pedían quedárselo, instruirlo y así estudiar esos extraños símbolos que recorrían su negra piel. ¿Cual creéis mi señor, que fue la decisión que tomaron?...JAJAJAJAJA

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